Nació un Niño… Frágil y necesitado del calor de los demás,
encerrando el enorme misterio de la vida en cada pequeño latir. Pero nació en
la precariedad, la pobreza más absoluta, sin lo mínimo digno para cualquier ser
humano al comenzar su vida. Y de entrada nomás, tuvo que huir por la corrupción
del poder… Lo curioso es que estas líneas podrían referirse tanto a Jesús de
Nazareth como a un niño Toba en Formosa o un Mataco en Chaco. Podría referir tanto
al Niño que hoy celebramos, como a uno de cualquier villa del conurbano
bonaerense o del gran Rosario. Como también estas líneas pueden hablar de
cualquier niño latinoamericano, kurdo o etíope, o simplemente de alguno tirado
en las calles de Calcuta. Que el niño Jesús nazca en los corazones hoy, para
que todos podamos construir ese Reino de Amor que predicó. Es nuestro deseo en
esta Nochebuena, que cada uno de nosotros podamos cambiar la porción de mundo
que nos tocó. Solo así podremos decir con fidelidad al niño de Belén: Feliz
Navidad!
"Somos catequistas" intenta ser un espacio de comunicación y de compartir recursos para la difícil y apasionante tarea de trasmitir el Evangelio. Periódicamente se irán agregando nuevos elementos para la reflexión y la tarea. Lo incluído no apunta a la uniformidad sino a la unidad en la diversidad, el debate, la valoración de la opinión del otro. Por ende es importante la participación con el voto, el comentario o el envío de material (lito.balabanian@gmail.com) Bienvenidos.
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La “Asamblea de la Burbuja”, los “Abrecabezas”, el “Fundador” y yo
La “Asamblea de la Burbuja”, los “Abrecabezas”, el “Fundador” y yo
I
De chiquito entre a la “Burbuja”. Mi madre se encargo de
crear los lazos para que yo ingresara, antes que los males de “afuera” me
hicieran daño. Y me gustó. Allí aprendí quién había fundado la “Asamblea de la
Burbuja”, y cuanto más conocía la historia de este Fundador más comencé a
respetarlo, admirarlo y amarlo (es ese orden). Su mensaje de amor, dado hace
tantos siglos atrás me cautivó, aunque aún no lo analizaba en profundidad (no
tenía aún las “herramientas” para hacerlo, y dentro de la “Burbuja” era difícil
hallarlas). Al principio entraba y salía de ella con naturalidad pues nunca
perdí los contactos con el “afuera”. Luego, tengo que reconocer, que en medio del
fanatismo juvenil, me instalé en ella. Fui formándome en el conocimiento de las
normas, lo ritos, la doctrina y la historia (generalmente con rasgos de heroísmo
épico) de la “Burbuja”. Y aunque no siempre toda esta “estructura” coincidía
con lo dicho y hecho por el Fundador, aprendí que dentro de la misma, el “Espíritu
del Fundador” nos evitaba el error y, por ende, todo lo dicho y hecho por la “Asamblea”
era verdadero. El “afuera” comenzó a percibirse como hostil. Me fueron
convenciendo que eran malvados de los que me tenía que cuidar, o cómodos que no
ponían voluntad por entrar a la burbuja, o ingratos y herejes por haber creado
otras burbujas y desde ellas criticarnos. Estaba claro: el mundo estaba
dividido entre los de “adentro” y el “afuera”, los poseedores de la Verdad y
los equivocados que (en el mejor de los casos) se darían cuenta de que nosotros
teníamos la razón y se convertirían. En ese contexto me hice un predicador de
la “Burbuja”. Todos en la “Asamblea” veían en mí los dones para poder cumplir
lo que el Fundador, según ellos, me estaba pidiendo desde el más allá. Y yo
creí haber alcanzado orgulloso el sentido de mi vida…Todo encajaba, tenía la consideración de la “Asamblea”, el Fundador
estaría contento de este soldado, y yo era (¿?) feliz…
II
Pero las cosas empezaron a cambiar, alguno de adentro se
atrevió a cuestionarme (y por ende dudar sobre la doctrina de la Asamblea) y
por supuesto lo enfrenté apologéticamente como buen soldado. Curiosamente el apellido
del osado dudador era “Luminoso”. Nunca más lo volví a ver. Pero algo en mí
empezó a perturbarme. Quizá por los años, tal vez por las propias inquietudes,
o por la desilusión que me generaba ver incoherencias en las autoridades de la “Asamblea”
y en sus incondicionales defensores. Descubría además que yo mismo me
equivocaba seguido. Para colmo, algunos formadores (los “Abrecabezas”,
soportados a regañadientes por los otros formadores y mirados de reojo por las
autoridades) me insinuaban que las cosas no eran como me las hicieron ver, y
que lo que se vivía dentro de la Burbuja no respondía a la voluntad del
Fundador a quien nunca dejé de amar. Y si bien las paredes de la “Burbuja”
ofrecían resistencia, empecé a salir cada vez más. Primero tímidamente, con
sigilo y a la defensiva. Luego, a medida que pasaban los años, más asiduamente.
Y lo que descubrí pudo desmoronar en mí las estructuras que parecían
indestructibles, de a poco, pero sin pausa…
Empecé a ver que los límites de la “Burbuja” no separaban de
buenos y malos, sino que había de ambos “bandos” tanto dentro como fuera de la
misma. Contemplé el sufrimiento humano, en todas sus formas, y el dolor de los
que eran tildados de “impuros” por los de la “Burbuja”. Vi ejemplos heroicos, pero
desde lo sencillo y en lo cotidiano, sin aureolas en su cabeza ni pedestales en
sus pies. Por supuesto que también observé la miseria humana, pero ya la
conocía desde dentro de la “Burbuja”, pues como me había dicho una “Abrecabezas”
(la que enseñaba en el Corral): “para conocer la miseria humana basta conocer
la propia miseria…” Descubrí que todos necesitaban del Amor que había
predicado el Fundador de la “Asamblea”, aún sin saberlo. Pero entonces mi
pregunta fue: ¿por qué el Fundador predicó la “Burbuja”? ¿por qué su Espíritu
de Verdad no contemplaba lo que mis ojos veían? Había que volver a leer los
escritos del Fundador…
III
Y para mi sorpresa, no encontré códigos enigmáticos
difíciles de resolver, todo estaba clarísimo, de tal modo que me enfurecí por
no haberlo descubierto antes. Por empezar, estaba claro que el Fundador no
había predicado la “Asamblea”, sino un “Reino de Amor”, que incluía a todos. Era
cierto que fundó la “Asamblea” como humilde instrumento para construir el “Reino”,
pero nunca soñó una “Burbuja”. La “Asamblea” debía estar al lado de la gente,
sobre todo de la que sufre, en sus manos debía haber una toalla para lavar los
pies de los demás y no una lista con pecados que tildar. Ciertamente el
Espíritu del Fundador nos acompañaría, pero no para hacer las cosas por
nosotros, y mucho menos a fin de ser utilizado para justificar lo
injustificable o para construir poder amparándose en su “inspiración”. El
principal secreto del mensaje del Fundador estaba encerrado en cada actitud que
había tenido en su vida, siendo coherente hasta el final, predicando un ideal,
pero siendo misericordioso con el que no lo alcanzaba, dando la vida ( si se
hubiera quedado en una burbuja no lo hubieran matado) por su misión y su
convicción: la construcción de un Reino de Amor…
Epílogo
¿Qué hacer entonces? La tentación de dejar para siempre la “Asamblea”
es fuerte, pero sé que muchos desde dentro de la “Burbuja” han descubierto
cosas parecidas a las que yo vi (los “abrecabezas”), y sería injusto no volver a
intentar algo nuevo junto a ellos. Prefiero direccionar mi misión, y tener
varios flancos abiertos. Hacia adentro, para derribar las estructuras que
quedan de la “Burbuja” por más difícil que sea, hacia mi mismo para poder
crecer en el amor que el Fundador me demostró, pero sobre todo hacia el dolor
de la gente sin importar si es “de dentro o de fuera o del costado”.
Ya poco encaja, ya no tengo la consideración de la “Asamblea”
(salvo algunos), estoy mucho más tiempo afuera que adentro (y creo que mi mamá
desde el cielo debe estar contenta), ya no me siento un soldado sino un simple
portavoz, soy plenamente consciente de mis errores y limitaciones, pero sigo
teniendo una misión en esta vida… y soy inmensamente feliz…
El cuento de la semana
"Antes de haberte formado Yo en el seno materno, te conocía, y antes de que nacieras te tenía consagrado". (Jr.1,5)
Efectivamente, su flamante embarazo fue comprobado mediante un análisis. Con el resultado en mano, fue rapidísimo a compartir su alegría con una prima; estaba tan contenta que cantaba de felicidad. El médico, dados los antecedentes, quiso hacer un estudio genético, a lo cual Marina y su marido accedieron. Cuando estuvo el resultado, ella sintió como que una espada le atravesaba el corazón: el niño nacería con Síndrome de Down...
Luego del estupor y el desconcierto inicial, el doctor sutilmente sugirió la posibilidad de provocar un aborto. Marina estaba obnubilada, una catarata de ideas pasaban por su mente. Era un momento crucial, la decisión sería suya, y se sentía confundida. Tuvo un par de días para pensarlo, y en ese lapso, tanto el médico como algunas amigas, le decían que hoy en día el aborto es normal y en muchos países es legal. Pero a la vez, su esposo "veía en sueños" al bebé en sus brazos, y su prima le decía que el Señor estaba con ella y que la ayudaría. Marina sabía que ese ser que llevaba en el vientre, ya era persona desde que fue concebido y su existencia dependía de ella. Llamó con decisión al doctor y le dijo que no abortaría...Acababa de decir un gran "sí", un sí a la vida...
Decidieron llamarlo Cristian, (pues ya sabían por el estudio que sería varón), y entre alegrías y temores fue transcurriendo el embarazo.
Un veinticinco de diciembre nació Cristian, y Marina tuvo que brindar con sus familiares en la clínica. Al tener el bebé en brazos, sentía como que Dios le decía al corazón, que no tema, pues le traía una gran alegría.
Y así fue, con el correr de los años, Cristian solo regalaba amor, en cada abrazo, en cada sonrisa, en cada gesto. Sus padres fueron dándose cuenta, que tenía una gran capacidad para algunas cosas y no las tenía para otras (al igual que cualquiera de nosotros, pues todos tenemos alguna "discapacidad"), y Cristian tenía la capacidad fundamental, la de amar...
Marina reconocía en su interior, que podía haber rechazado ese inmenso regalo de Dios, y cuando pensaba en esto, lloraba de emoción, pues supo decidir por lo que hoy, daba sentido a su vida. Meditando estas cosas en su corazón, mientras observaba jugar a su hijo, comprendía aún más a Aquella que por haber dado su "sí", exclamaba con alegría:
-"Mi alma canta la grandeza del Señor"-
"El Dios escondido", José Balabanian, Ed. San Pablo
Opinión: Navidad, ¿unión o disgregación familiar?
por Joaquín Rocha
Psicólogo especialista en Educación para la Comunicación joacorocha05@yahoo.com.ar |
Nadie puede negar que la Navidad, amén de ser una de las más importantes fiestas de la cristiandad, moviliza a las personas tanto psicológica como socialmente.
Las vínculos familiares no se ubican fuera de estas condiciones, de modo que llevan a convertir las fiestas, de paz y amor, en un tiempo y un espacio de desarmonías y discusiones.
La familia es una estructura social básica y, como tal, debe cumplir con ciertas funciones para que sus miembros se relacionen entre sí: función económica, educativa, cultural y afectiva, entre otras.
Constituye un sistema donde el mal funcionamiento de una de estas variables incide, directa o indirectamente, en las demás. De la misma manera, se supone que, cuando algo afecta a uno de sus miembros, afecta también al resto. La realidad nos dice que esto no ocurre siempre así. Los lazos familiares conforman una construcción cultural que, a menudo, no está acompañada por lo afectivo.
No existe la familia modelo. Cada familia es como es, y esto responde a sus propias circunstancias y a como cada individualidad encaja o desencaja en el grupo.
La Navidad, vivida desde la obligación, sirve para revivir ciertos litigios que se instauraron en la infancia.
Desafectos, baja autoestima, desvalorizaciones, competencias fraternarles, generadas por las figuras parentales, hacen su aparición desde el niño interno de cada persona. No son los adultos los que discuten, sino las rivalidades infantiles nacidas, a veces, de la fuente de frustración de los padres.
Para afianzar las expresiones comunicacionales positivas en la familia, es necesario que cada persona se sienta a gusto con sus vínculos y, así, pueda alimentar una buena autoestima y adquirir seguridad.
Las reuniones familiares, sea cual sea el motivo de la celebración, ponen en juego todas estas mezquindades. La mayoría se manejan desde la hipocresía y desde un deber ser impuesto culturalmente. Muchas familias que, durante largos períodos, no se vinculan toman la Navidad como un espacio de encuentro, pero no como un momento para reconciliarse con sus propias incongruencias ni con las ajenas. Entonces, revisten a la fiesta de un cierto halo de falsedad, rigidez y resistencia, provocando una “enquistación” de los conflictos
En otras familias no sucede lo mismo, ya que mantienen lazos emocionales generalmente estables y sólidos, sobre todo cuando se plantean situaciones de discrepancia. Los conflictos son, para estas familias, un medio para que sus integrantes crezcan y maduren.
Por lo tanto, la Navidad será vivida como una fiesta de la familia. Una fiesta donde las demandas afectivas no interferirán en dónde, cómo y con quién se va a festejar y compartir.
Fuente: Revista On Line San Pablo
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