domingo

Si de santidad se habla, déjenme nombrar al recordado Frans de Vos

“…Mira que tu rey viene hacia ti, humilde y montado sobre una asna… ¡Bendito el que viene en nombre del Señor!” (Mt. 21, 5.9)

EL BURRO ERA YO
(Homenaje al padre Frans de Vos)

Él era un joven que, con todos sus ideales y proyectos a cuestas, acababa de ordenarse sacerdote, allá en su Bélgica natal. Como era costumbre en el festejo por la ordenación, su recorrido desde el templo hasta el salón de la parroquia, fue acompañado por los suyos, por su comunidad, y las “chicas” de Acción Católica le arrojaban al paso pétalos de flores, además de recibirlo con vivas y aplausos. Seguramente no se imaginaba entonces, el amor que recogería tiempo después en un país tan lejano al suyo
El festejo de sus 25 años de sacerdocio, lo encontró justamente en ese horizonte lejano llamado Argentina, en el cual ya se lo valoraba como hombre de Dios, que deja traslucir a Cristo. Y en medio de tanto homenaje recordó aquel agasajo del día de su ordenación. Contó que, en aquel entonces, ante tamaño recibimiento, se sintió como Jesús en su entrada triunfal a Jerusalén. “Lo que no sabía entonces –dijo- que el burro… ¡era yo!. No es que la tarea del burro no sirva –agregó- , pues es el medio; pero lo realmente importante es a quien esta transportando”.
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Lo conocí hace algunos años, cuando ya era admirado por los que lo habían “descubierto” en esta viña del Señor donde de todo se encuentra. Fui viendo en Él, paulatinamente, la humildad del sabio, la suavidad y la ternura del fuerte, la simpleza del que tiene mucho para decir, sabiendo que porta una voz que no es la suya. Es común verlo con la Biblia abierta ante sus ojos y su alma, en compañía o en soledad, tratando de escuchar, qué es lo que Dios quiere decirle. Mientras los demás damos vueltas por la Junta catequística de Lomas de Zamora, dando o escuchando encuentros, cursos o charlas, el reza con la Palabra. Mientras muchos hablamos de Cristo, él lo vive.
Hoy, a punto de volverse a su país, lo veo, con su paso aparentemente cansino pero lleno de vigor, y con el mismo ardor interno de siempre, que seguramente se lo da, la firmeza de sus ideales, la convicción de lo que quiere trasmitir, el Amor que recibió de Dios y que quiere volcarlo a los demás.
Realmente pienso ¡Cuántos han “transportado en su lomo” a Cristo hacia mi vida! ¡Cuánto tengo que agradecer! Hoy, como catequista, sueño con poder ser, algún día, solamente una persona que deja traslucir a Cristo. Al menos, mientras lo intento, Dios me regaló un ejemplo a imitar: el querido Padre Frans. Por cristianos como él seguimos diciendo con gozo: ¡Bendito el que viene en nombre del Señor!

(del libro inédito aún "Destellos de Luz, reflejos de vida" de José Balabanian ed. San Pablo)
Nota: Cuando estas líneas fueron escritas Frans estaba entre nosotros. Hoy, a un tiempo de su muerte, nadie de los que lo conocimos duda acerca de "donde" está...

Del libro "Destellos de Luz, reflejos de vida" de José Balabanian Ed. San Pablo (En edición)

2 comentarios:

Luciana dijo...

Gracias Lito!! Saqué algunas ideas
Luciana-ACA de Los Remedios

Jorge dijo...

Frans, hombre intachable, profundo, con santidad en la médula. Un verdadero testimonio para todo cristiano, para todo catequista, para todo sacerdote.

¡Alabado seas mi Señor por haberme mostrado tu rostro por medio de este hombre!

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