domingo

Editorial: ¡Que sea una Semana Santa!

Estoy a punto de ir a misa de Domingo de Ramos, comenzando así la semana más importante de nuestra fe. Jesús entrando en una Jerusalén plagada de peregrinos (que acudían de todas partes al templo por la celebración de la pascua judía), da comienzo a los momentos culminantes de su vida y de la nuestra. Entró en un asno para que no se equivoquen pensando que su reinado era de este mundo (entendido esto como una sublevación política del momento contra el imperio romano). Y yo hoy no me quiero equivocar... Si tengo la suerte de conseguir algún ramo, lo conservaré luego de la bendición no como un amuleto mágico que expulse los males de mi casa, sino como un recuerdo de que Jesús es el Rey de nuestras vidas... Y quizás así, su reinado pueda empezar a impregnar este mundo por medio de nuestro compromiso cotidiano, con una fuerza tal que si los seguidores de Jesús calláramos, gritarían las piedras (Cfr. Lc. 19,40)...
El Jueves recordaremos la última cena, escuchando con más piedad que nunca el "hagan esto en memoria mía", y repetiremos el gesto del lavatorio de los pies, que Jesús realizó para que no se equivoquen los que iban a continuar su obra, pensando que su misión los ponía por encima de los demás. Y yo no me quiero equivocar... No quiero pensar que si asisto a misa (en el contexto del cumplimiento de un precepto eclesial) le estoy haciendo un favor a Cristo, pues si Él nos dejó la Eucaristía es porque (entre otros motivos), sabía perfectamente que yo sólo no puedo con los problemas de la vida... Y si descubrí mi vocación, debe ser puesta al servicio, lavando pies, no señalando suciedades, pues para eso tengo mis propios pies...
El viernes recordaremos el amor más grande, la entrega total de un Dios que ama a su creatura. Un Jesús que pasó por la cruz y no la evitó, para que no nos equivoquemos pensando que el cristiano tiene "un seguro" contra los problemas. Y yo no me quiero equivocar... No quiero transmitir el poder de los milagros, quiero ser un profeta del Sentido; no quiero dar a entender que si te hacés cristiano parás de sufrir, quiero vivir el sentido del sufrimiento desde Cristo; no quiero idealizar el sufrimiento, (pues Dios no quiere que suframos), sino que luchemos por un mundo mejor siendo, consecuentes con nuestros ideales hasta el fin y donde el hambre y sed de justicia no se olvide; no quiero predicar el miedo al infierno, quiero trasmitir la poderosa motivación del Amor...
En Pascua resucitaremos con Cristo. Mi esperanza de reencuentro con mis seres queridos se fundamenta en la resurrección de Jesús; el sentido de mi vida, más allá de los problemas, está fundado en la certeza de que no se termina todo en la tumba. Pero Jesús resucitado envió a otros a continuar con su obra, para que no nos equivoquemos pensando que ya estaba todo realizado. Y yo no me quiero equivocar... Muchos "crucificados" por las injusticias de los hombres seguirán "anclados en el viernes santo" más allá de que nos digamos feliz Pascua. Los "Cristos sufrientes" de hoy seguirán estando a nuestro alrededor más allá del Día del Señor. Por eso para que esta Semana sea realmente Santa, les deseo (y me deseo) que la resurrección de Cristo sea visible en la actitud clara y decidida de comprometernos, sobre todo con los más débiles y desprotegidos, para que algún día, como humanidad podamos decir "¡Hemos resucitado! ¡Feliz Pascua!"  

sábado

"Corramos a través de la lluvia". Gracias Diego. (se puede relacionar catequísticamente con el video de cuaresma "RMI Mojate" que aparece más abajo en el blog)

Había pasado todo el día con su mamá, en un gran almacén. Esa bella pelirroja, con cara pecosa, clara imagen de la inocencia, no debe de haber tenido más de 6 años.
Cuando se disponían a abandonar el almacén, llovía a cántaros. Aquella clase de lluvia que, cuando cae tan fuerte desde las nubes, no logras distinguir la distancia entre una gota y otra... ni siquiera las ves golpear el suelo...
Todos nos quedamos frente a la puerta, resguardados de la lluvia. Esperábamos, algunos con paciencia, y otros irritados porque la naturaleza les estaba estropeando su prisa rutinaria.
Siempre me ha encantado la lluvia. Me pierdo ante la vista de los cielos, lavando la suciedad y el polvo de este mundo. Al mismo tiempo, los recuerdos de mi infancia, corriendo bajo la lluvia, son bienvenidos como una forma de aliviar todas mis preocupaciones.
La voz de esta chiquita era muy dulce, y rompió mi trance hipnótico con esta inocente frase:
"Mamá, corramos a través de la lluvia".
"Mamá, corramos a través de la lluvia".
"Sí, mamá... Corramos a través de la lluvia".
"No, mi amor... Esperemos a que baje la lluvia", contestó la mamá pacientemente...
La niña esperó otro minuto, y repitió:
“Mamá, corramos a través de la lluvia"
Y la mamá le dijo:
: "Pero si lo hacemos, nos empaparemos..."
"No, mamá, no nos mojaremos. Eso no fue lo que le dijiste esta mañana a papá..."
Tal fue la respuesta de la niña, mientras hablaba del brazo de su madre...
"¿Esta mañana? ¿Cuándo dije que podemos correr a través de la lluvia, y no mojarnos?"
"¿Ya no lo recuerdas? Cuando hablabas con papá acerca de su cáncer, le dijiste que si Dios nos hace pasar a través de esto, puede hacernos pasar a través de cualquier cosa".
Todos nos quedamos en absoluto silencio. Juro que no se escuchaba más que la lluvia. Todos nos quedamos parados, silenciosamente. Nadie entró ni salió del almacén en los siguientes minutos. La mamá se detuvo a pensar por un momento acerca de lo que debería responder. Este era un momento crucial en la vida de esta joven criatura, un momento en el que la inocencia y la confianza podían ser motivadas, de manera que algún día florecieran en una inquebrantable fe...
"Amor, tienes toda la razón. Corramos a través de la lluvia. Y si Dios permite que nos empapemos, puede ser que Él sepa que necesitamos una lavadita". Y salieron corriendo...
Todos nos quedamos viéndolas, riéndonos mientras corrían por el estacionamiento, pisando todos los charcos.
Por supuesto que se empaparon, pero no fueron las únicas... Las siguieron unos cuantos que reían como niños mientras corrían hacia sus carros. Sí, es cierto, yo también corrí. Y sí, también me empapé... seguro Dios pensó que necesitaba una lavadita. Las circunstancias o las personas pueden quitarnos nuestras posesiones materiales, pueden llevarse nuestro dinero, y pueden llevarse nuestra salud. Pero nada ni nadie puede quitarnos nuestras más valiosas posesiones: Nuestros Recuerdos.
Así que no olvides tomarte el tiempo y la oportunidad de llenarte de recuerdos cada día. Un amigo me envió esto para recordarme precisamente eso: Cada memoria es un ladrillo que construye mi vida. Espero que, de vez en cuando, te tomes tu tiempo para correr a través de la lluvia:
TÓMATE TU TIEMPO PARA VIVIR!
Y nunca olvides:
A veces Dios quiere que te des una “empapadita”.
Pero jamás te dejará sólo bajo la lluvia.
Y si te ha permitido pasar por tormentas en tu vida……
También pasará ésta, y la otra y la que sigue… Y después de cada una de ellas, verás nuevamente su amor y sus promesas en cada arco iris.
(Aporte de Diego Bacarat)

En esta Cuaresma, Reflexionemos juntos: Esto podría ser el cielo!!!!!

RESULTADO DE ENCUESTAS ANTERIORES: