sábado

Internet y el evangelio (mensaje del Papa)

Benedicto XVI: Debemos adentrarnos en el mar digital
“Os exhorto a recorrer, animados por el valor del Espíritu Santo, los caminos del continente digital”, así habló el Papa Benedicto XVI el sábado 1º de mayo a los participantes en el Congreso "Testimonios digitales. Rostros y lenguajes en la era digital", promovido por la Conferencia Episcopal Italiana. "Queridos amigos, también en la red estamos llamados a colocarnos como ‘animadores de comunidades’, atentos a ‘preparar caminos que conduzcan a la Palabra de Dios’ y a expresar una particular sensibilidad para cuantos ‘están desesperanzados y tienen en el corazón deseos de absoluto y de verdad no caducos’. La red podrá así convertirse en una especie de ‘pórtico de los gentiles’ en donde se ‘haga espacio también para quienes Dios es todavía un desconocido’".
Lo importante no es festejar la redondez de una cifra como la de “200”. Los números no dicen nada si uno no los llena de vida. En este mes del Bicentenario, lo importante es preguntarnos cuál es la vida que queremos elegimos festejar. La historia de nuestra Argentina tiene momentos para celebrar, presencias para agradecer, sucesos por los cuales solicitar el perdón, y ocasiones como estas para pedir la fuerza del espíritu.

En estos rituales nos encontramos como comunidad. Para agradecer, para pedir, para arrepentirnos. El pasado 8 de mayo a las 15, el Departamento de Laicos de la Conferencia Episcopal Argentina, invitó a todos los argentinos a realizar un gesto nacional para celebrar el Bicentenario. El mismo consistió en encender una vela y en rezar una oración por la Patria. Hubo un Acto Central frente a la Basílica de Luján como así también en distintos puntos de la Argentina

El gesto del encendido de la vela y el rezo de la oración por la Patria, se hizo en forma simultánea en distintos centros de devoción mariana del país como: Ntra. Sra. de Itatí en Corrientes, Ntra. Señora del Rosario de San Nicolás, Ntra. Sra. de Guadalupe de Santa Fe y Ntra. Sra. del Valle de Catamarca. El encuentro con la Madre de Jesucristo, Señor de la Historia, es un motivo de festejo. Continuemos participando de estos momentos de encuentro.
(Extraído de comunicandonos@isca.org.ar )

La ascención y nuestra misión

Para reflexionar sobre la ascensión del Señor
por Jorge A. Blanco
Departamento de Audiovisuales Editorial SAN PABLO
audiovisuales@san-pablo.com.ar
 
¿Qué mensaje nos deja la liturgia de la fiesta de la Ascensión del Señor? Sin duda,  el evangelista que ha querido manifestar este trascendente misterio (Lc 24, 46-53), lejos de limitarse a recordar la ascensión de Cristo como una simple y anecdótica despedida terrenal, quiere recalcarnos, también, lo que será la inauguración del tiempo y de la gran misión que el Señor nos ha legado como Iglesia: animados por el Espíritu, ser sus testigos de todo lo obrado y enseñado por El.
 
Este desafío de vivir, constantemente, en estado de misión, y de ser testigos del Resucitado en los ámbitos donde existimos, nos debe llevar a reflexionar sobre la importancia del testimonio que damos, y, para ello, de la necesidad de acercarnos, contemplar y continuar, aún hoy, “viendo y oyendo” el mensaje del Señor, de modo que ese testimonio pueda ser válido y convincente.
 
Con estas premisas, los invito a compartir un relato que puede ayudarnos a continuar reflexionado, tanto en lo personal, como en lo grupal.
 
“En algunas comunidades rurales de América Latina, existe la practica de cazar armadillos. (1)
 
Generalmente, la cacería de un armadillo, se realiza con la ayuda de un perro. Cuando el perro ve un armadillo, sale corriendo detrás de él, hasta cazarlo. El perro corre, corre y corre, detrás del armadillo, y ladra bastante. Y ladra tanto pero tanto, que los perros del vecindario, al escucharlo, salen de donde están y comienzan a seguirlo.
 
Los perros corren sin saber por qué corren. El armadillo, cansado de huir del perro que lo persigue, hace rápidamente un hoyo en la tierra y se esconde en él.
 
Los otros perros de los alrededores, que han oído los ladridos del primer perro, también se dirigen hacia donde él está y se quedan aguardando. Sin resultado alguno, acaban por volver a donde estaban antes. Sólo el primer perro que vio el armadillo se queda en ese sitio donde el armadillo permanece escondido. Como tenía la certeza absoluta de que el armadillo estaba allí, no desistió de la persecución.
 
Llegó el momento en que el armadillo tuvo que salir del hoyo, y allí el perro logró cazarlo.
 
Terminamos esta historia, recordando la primera carta de Juan, capítulo 1, versículos 1 al 4, donde dice que es necesario ver, oír, palpar, testimoniar para poder anunciar (1Jn, 1, 1-3).
 
Los perros que no vieron el armadillo quedaron desanimados, se fueron, desistieron de todo. Y el que lo había visto, se quedó hasta el final”.
 
(Tomado de “Haciendo Eco-formación interactiva para la evangelización”, Año I Nº 17, Equipo de Redacción, SAN PABLO)
 

ENCUENTRO CON LA PALABRA

Extendamos nuestras manos: Mc 3, 1-6
El capítulo 3 del evangelio de Marcos nos presenta a Jesús entrando en una sinagoga y encontrándose con un hombre que tenía la mano paralizada. Los fariseos lo observaban atentamente para ver si lo curaba en sábado y así poder acusarlo. Una mano cerrada sobre sí misma tradicionalmente es signo de negación, de golpe violento, de ira, de egoísmo; todos los atributos que mostraban los que acechaban a Jesús. Lo que estaba realmente paralizado no era la mano del enfermo, sino el corazón endurecido de los fariseos. Jesús pone al excluido (recordar que todo enfermo era considerado impuro) adelante, le devuelve el lugar de dignidad que le pertenece, aún antes de curarlo. Y confronta a los que esperaban traicioneramente su accionar “¿Es lícito en sábado hacer el bien o el mal, salvar una vida o perderla?” Y ellos callaron.  Es notable ver como el texto alude a la indignación y la pena que causa en Jesús la actitud perversa de los fariseos. Jesús cura obviamente al enfermo delante de todos, sin importar lo que se viene después, pues el pasaje termina con la confabulación de dos grupos enemigos (fariseos y herodianos) que se unen para una causa común: acabar con Jesús. Pero quiero finalizar remarcando el modo que utiliza Jesús para que el enfermo supere su parálisis: le pide que “extienda su mano”. Una mano extendida es signo de solidaridad, compromiso con el otro, apertura hacia los demás, entrega, amistad. ¿Habrá querido que escuchen de modo especial los que los rodeaban? Todos tenemos distintas durezas en el corazón, como también situaciones que nos paralizan y no nos dejan avanzar. La frase de Jesús resuena hoy también en nuestros oídos: “extiende tu mano”. La respuesta, una vez más, es el amor… 
RESULTADO DE ENCUESTAS ANTERIORES: